La primera ley hermética
“Lo omnipresente es espíritu, el universo es mental”.
Eso no significa que todo lo que vemos en el mundo material es solamente ilusión (denominado como Maya en el hinduismo). Cuando el hermético o sanador dice que todo es espíritu, con eso se refiere a que la fuente, la raíz cósmica de todo lo animado e inanimado, es un espíritu creador infinito (expresado en sánscrito por la palabra Om).
El ser humano, como ser sensible y consciente de sí mismo, puede conocer el espíritu infinito cuando éste se manifiesta
dentro de él. Eso ocurre por medio del espíritu del ser humano, por medio del “yo soy”, que es el punto central de la
existencia humana.
La segunda ley hermética
“Tal como es arriba es abajo; tal como es abajo es arriba”.
Hay planos sobre nosotros, dimensiones superiores que sobrepasan nuestra comprensión y que tendrían 5 que permanecer ocultas como detrás de velos, si la segunda ley hermética, el principio de la correspondencia, no tuviera validez general.
Pero como el principio de la correspondencia actúa sobre todos los planos y en todos los tiempos, el ser humano puede
desarrollar una comprensión de los planos superiores, ocupándose de los planos más bajos.
La tercera ley hermética
“Principio de las vibraciones”.
Dice que nada se detiene. Todo se mueve. Todo se encuentra vibrando. Si se aplica el principio de las vibraciones sobre la sanación, vemos que no solamente todo se encuentra vibrando, sino también que todo tiene una frecuencia de vibración muy característica.
Esa es una señal infalible, una característica inconfundible. Esa vibración puede ser influenciada en forma negativa o positiva por otras vibraciones del entorno. Si la vibración de una persona determinada está sujeta a influencias negativas, la consecuencia es la enfermedad. El proceso de sanación es un proceso con el que se corrige la frecuencia de vibración de una persona.
Podemos hacernos una idea de ese suceso, si nos imaginamos la enfermedad como una oscilación o como una vibración
arrítmica. Si las ruedas de un auto no giran centradas con exactitud, se origina una oscilación y el manejo se ve afectado.
Para corregir la falla, hay que balancear las ruedas.
Cuando se ha desarrollado una oscilación así, su vibración irregular también se puede traspasar a otro sistema del vehículo. Lo mismo también puede ocurrir en el organismo humano.
La enfermedad en un área puede causar enfermedad en un área relacionada con la primera o en un órgano vecino. Más aún: Una oscilación así puede comenzar en un plano y luego ser transmitida al plano colindante. Así por ejemplo, una vibración arrítmica en el plano etéreo, se puede propagar tanto al plano mental como también al físico y producir daños, si no es corregida a tiempo.
La cuarta ley Hermética
Que es llamada Principio de polaridad: “Todo es dualidad.
Todo tiene polos. Todo tiene dos opuestos. Igual y desigual son lo mismo. Los opuestos son idénticos según su esencia, pero tienen diferentes signos. Los extremos se encuentran.
Todas las verdades son medias verdades. Cada paradoja se puede armonizar”. Sobre esa base podemos deducir que espíritu y materia son simplemente dos polos de la misma cosa; todo lo que hay entre medio tiene elementos de los dos extremos. Solamente se diferencian en el grado, es decir, en su vibración.
Si los opuestos realmente son lo mismo, si espíritu y materia son lo mismo (y solamente se diferencian uno de otro en su
frecuencia de vibración), entonces también son intercambiables, y la energía espiritual puede influir positivamente sobre todo lo del mundo físico, también sobre el cuerpo humano.
Además, de eso se deduce que en la experiencia humana el odio puede ser transformado en amor, el dolor en satisfacción, la enfermedad en salud total.
Cuando el sanador ha captado el principio de polaridad, aprenderá a transformar energía negativa en fuerza positiva en
cualquier plano.
La quinta ley hermética
“Todo fluye hacia dentro y nuevamente hacia fuera. Todo tiene sus altos y bajos. Todo asciende y cae. La oscilación del péndulo se muestra en todo. El grado de oscilación hacia la derecha corresponde al grado de oscilación hacia la izquierda. El ritmo actúa equilibrando”.
El sanador toma conocimiento de la ley del ritmo y llega a estar consciente de ésta; él “dirige su atención” sobre el ritmo
natural de todas las cosas, pero especialmente sobre el ritmo que él lleva en sí. Aprende que el ritmo puede equilibrar y
junto con el gran médico Hipócrates es de la opinión que: “Los opuestos son el remedio para opuestos”.
El sanador, al estar consciente de su propio ritmo y del ritmo de sus pacientes, puede reconocer “oscilaciones” o anomalías y
transmitir energía sanadora en la Vibración o dosificación exacta, por medio de lo cual se regulariza la enfermedad o la anomalía que encuentra en el paciente.
La sexta ley hermética
“Toda causa tiene un efecto. Todo efecto tiene una causa. Todo ocurre de acuerdo con la ley. Casualidad y suerte son solamente denominaciones para una ley todavía no reconocida. La causa puede estar en cuatro planos, pero la ley no puede evitarse”.
La importancia de ese principio para la sanación yace en el hecho de que nada ocurre por casualidad. La raíz de cada
enfermedad es una cadena de sucesos en la que el enfermo estaba involucrado, aunque éste permanece completamente inconsciente de su participación.
Al fin y al cabo, el mismo 6 enfermo es responsable y paga el precio por acciones anteriores por medio de enfermedad y dolores en el presente. Esa ley de causa y efecto también es llamada karma. En la carta a los gálatas. Pablo escribe:
“Dios no deja que se burlen de él; lo que una persona siembra, eso cosechará”
(Gálatas 6,7).
La séptima ley hermética
“La sexualidad está en todo. Todo tiene elementos masculinos y femeninos. El sexo se manifiesta en todos los planos”.
Hay que indicar que la palabra “sexo” significa aquí mucho más que sexualidad. Las diferencias entre lo masculino y lo femenino son claramente reconocibles en el plano físico.
En el plano mental, el principio masculino aparece como la mente objetiva, la consciencia activa. El aspecto femenino
corresponde a las fuerzas subjetivas, inconscientes y pasivas.
En el plano emocional, el principio masculino se muestra como una arrogante seguridad de sí mismo, como indignación y rabia, en todas las emociones extravertidas.
El principio femenino se manifiesta como receptividad, protección y seguridad y como todas las demás emociones introvertidas. Ese dualismo está presente en todo lo vivo, también en el ser humano. Como seres humanos, tenemos tanto el elemento
masculino-agresivo, como también el femenino-receptivo.
La labor del sanador es unir primero esa doble naturaleza en sí mismo y después producir lo mismo en sus pacientes: llevar a cada persona con la que él trabaja, a un estado de armonía y equilibrio.